Apicultura intensiva vs apicultura extensiva. Manejo tradicional vs manejo moderno.

 

La apicultura española no ha sufrido grandes cambios con respecto al tipo de apicultura que se hacía hace mil años. Aunque dependiendo de las diferentes zonas se han ido aplicando algunas mejoras. Un ejemplo claro es el uso de la colmena Layens de manera mayoritaria en nuestro país (somos el único país que aún usa este tipo de colmenas de manera generalizada).

 

En cambio, hay grandes empresas apícolas, con manejo intensivo y  por consiguiente, con miles de colmenas, hacen bajar el precio del producto en el mercado. Nuestros apicultores tradicionales necesitarían poner cada vez más colmenas para subsistir solamente con la apicultura, pero esto es inviable para un manejo tradicional que se basa en el conocimiento y aprovechamiento del ecosistema sin apenas recursos industriales ni alteraciones en el proceso natural de recolección de las abejas.

 

• · Técnica intensiva, manejo intensivo.

 

Con la técnica intensiva, busca la máxima producción por colmena. Sin tener en cuenta la cantidad de veces que se debe intervenir en cada una de ellas. El apicultor es el que contamina las colmenas desde su interior, añadiendo alimentos como azúcar o cualquier otro tipo de acelerador o medicamentos, a cambio de todas sus reservas en las colmenas, además de estar forzando sus funciones vitales como organización del espacio, desarrollo de las crías… Esto también provoca menos resistencia de la población apícola y gran cantidad de tóxicos en su interior.

 

Con el manejo intensivo no se tiene en cuenta la función del propóleo, siendo esta, sellar las aperturas de las colmenas para asegurarlas. Por lo que dejan al descubierto las colmenas y expuestas a la entrada de agentes externos. El coste de este método es altísimo y millones de abejas de apicultor mueren en el proceso.

 

• · Técnica extensiva natural, manejo tradicional.

 

En cambio, la técnica natural se centra en obtener más beneficios, más resultados de la colmena, respetando su ritmo natural, en vez de que cada abeja rinda en mayor cantidad. Par ello, la intervención en la colmena es mucho menos, es reducida al máximo, atendiendo a una mayor cantidad de unidades. El coste del proceso es mínimo, puesto que no se necesitan productos de aceleración artificiales, que son costosos y la producción es mayor. Las abejas no nos necesitan para nada, ellas solas producen sin requerir intervención humana.

 

Con el manejo tradicional, se respetan las abejas y cada una realiza la función que le corresponda, sin alteración. El apicultor le ofrece un espacio y nunca se retira toda la cosecha, se respetan sus reservas. El tamaño de los colmenares, dependerá de la capacidad de alimento natural del lugar. Así conseguimos que la colmena se alimente solamente de la vegetación colindante, evitando la alimentación constante con azúcares y la sobreestimulación de la colmena que se practican en el manejo de la apicultura intensiva.

 

La miel sólo se recolecta una o dos veces al año cuando tiene el tiempo de maduración necesario en las colmenas y en consonancia con los ciclos naturales del paisaje y la colmena.

 

Al contrario que las producciones más intensivas, el manejo apícola tradicional de nuestro entorno permite únicamente una o dos castras (recogida de la miel) al año tras las floraciones de primavera y verano, en la época de máxima producción de la colmena y de exceso de miel dejando a la colmena suficientes reservas para la temporada más dura del invierno. Solamente entonces, cuando la miel está madura y operculada, nuestros apicultores recolectan su miel con un intenso sabor y un alto contenido enzimático.

 

 

Las colmenas, para su manejo tradicional, están hechas de materiales naturales como la madera o el corcho, no empleando nunca fibra de vidrio, polietileno o plásticos recientemente introducidos en la apicultura moderna intensiva, como las que podemos ver en la anterior imagen.

 

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