Observar las flores, amar las abejas, descubrir su farmacia

Hay algo que siempre ha guiado mi vida y es la necesidad de conocer, la curiosidad por encontrar nuevas personas, nuevos lugares, nuevos libros y nuevas realidades. Poco a poco descubrir, interpretar y descifrar la vida siempre ha sido algo apasionante… Desgranar como todo encaja de manera instintiva, de manera natural, salvaje, hambrienta, me ha cautivado me ha sumergido en una nube sentimientos en la que siempre me he subido para guiar mi vida. 

Descubrir las flores debió de ser algo muy importante, pues aunque no recuerdo muy bien el momento exacto ni si conocí antes a las abejas o a las flores. Si que me recuerdo a mí mismo en un prado cercano a un olivar tradicional con algunas colmenas y lleno de flores, de colores, de olores…, mientras mis padres trabajaban recogiendo las aceitunas sin perderme de vista, a unos escasos 100 metros de distancia. A lo lejos, pero dejándome descubrir por mí mismo la vida, yo me deleitaba entre plantas, tierra y piedras, mil colores, mil insectos y una primavera plena. En alguna de esas aventuras de mi niñez rural, ese mes de abril o mayo del año siguiente, tomé una flor entre mis manos de niño de no más de 5 o 6 años y empecé a seccionarla con mis dedos y a descubrir su interior, buscando el secreto que buscaban las abejas entre sus pétalos, buscando el misterio que encerraba, rompí la flor, imagino, sin llegar a interpretar gran cosa, pero descubriendo y grabando en mi memoria, a través de mi retina, imágenes de múltiples pétalos, cáliz y estambres de multitud de flores y espigas que hoy rememoro de manera nostálgica. Siempre he considerado estos recuerdos uno de los mayores recursos de los que me ha nutrido mi infancia rural.

 

Tuvieron que pasar algunos años y algún libro, para descubrir que el néctar, el aroma y la belleza de las flores tienen un sólo objetivo: atraer al insecto que transportará su polen de una flor a otra. Se trata del mecanismo natural hacia la mezcla genética, la diversidad más amplia posible en un determinado territorio, esto es mucho más complejo y perfecto de lo que parece a primera vista. La autofecundación de plantas, por lo general, no es viable por varios mecanismos fisiológicos. Es la diversidad genética dentro de una especie lo que le permite evolucionar; adaptarse y generar nuevas especies.

 

Pasaron muchos años hasta que establecí una relación directa entre consumir los productos de la colmena (la miel, el polen, el propóleo y la jalea real) y los beneficios que estos dan a la salud. En casa siempre estuvieron presentes, pero nunca consideré una relación directa con sus propiedades para la salud. En mi familia siempre nos hemos considerado personas de naturaleza fuerte y ponerse enfermo era la excepción, pero nunca establecí una relación directa con nuestros hábitos alimenticios. También han tenido que pasar muchos años para poder desgranar que era cada uno de esos productos que cosechábamos en casa y comprender que eran algo más que alimentos.

 

“Que tu alimento sea tu medicina, y que tu medicina sea tu alimento”   Hipócrates(460-370 a.c.).

 

Productos de la colmena: Miel, Polen de abeja, Propóleo, Jalea Real, Cera, Pan de abeja…

 

 

Tengo que reconocer, con todo mi pesar y conocimiento en la materia, que la mayoría de las mieles y otros derivados apícolas que actualmente se comercializan en nuestro país, así como en todo el mundo, están prácticamente desnaturalizados por el procesado industrial al que han sido sometidos, en algunos casos incluso por fraudes. La mayoría del consumo de miel es interoceánico, lo que quiere decir, que las grandes compañías compran miel por todo el mundo para mezclarlas y venderlas en todo el mundo (mezclas de mieles de diferentes países o continentes). Para mezclarlas y poder especular con ellas las someten a calentamientos y pasteurizaciones que degeneran enormemente el producto y le hacen perder sabor, además de la trazabilidad.

 

Probablemente estas mieles a nivel de seguridad alimentaria no presentan ningún riesgo para la salud del consumidor, sin embargo, tienes que ser consciente de que tomar este tipo de mieles es poco más que consumir azúcar de supermercado u otro edulcorante. Además, estas mieles suelen haber perdido la mayor virtud de la misma ser una deliciosa medicina natural, por la pérdida de enzimas naturales y otras moléculas orgánicas buenas para la salud. Si actuamos así, nos olvidamos de lo que realmente es la miel, un producto extremadamente diverso (hay tantas mieles como paisajes y flores existen), delicado y estacional que muchas culturas han considerado sagrado a lo largo de la historia por sus propiedades para la salud.

La miel local y cruda

 

Es una miel para consumidores muy exigentes, consumidores que quieren redescubrir el producto cada año, reconocerlo, valorarlo, saborearlo y buscan las propiedades que éstas dan a su salud.

El polen de abeja

 

Es un gran desconocido por el consumidor, un superalimento del que iré mostrando más detalles e información en próximas publicaciones del blog. Mi investigación al respecto es extensa y estoy especialmente sorprendido por las propiedades que ha tenido en las personas que lo han tomado de manera continua a mi alrededor, así como clientes que me agradecen al respecto y transmiten sus virtudes por teléfono o email. Puedo adelantaros que existen evidencias científicas que nos indican que el polen es estimulante físico, intelectual y emocional. El polen de Jara es naturalmente rico en vitaminas (B2, B3, B6 y B9) además de una fuente de hierro, de zinc, y de selenio. Es un excelente aporte de proteínas para vegetarianos.

 

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Antonio CCM

 

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